viernes, 6 de mayo de 2016

Luis Patti y tres represores fueron condenados por los asesinatos de Osvaldo Cambiaso y Eduardo Pereira Rossi

El final de la historia oficial

Luis Patti y Juan Spataro, policías de la provincia de Buenos Aires, recibieron la pena máxima como coautores del secuestro y asesinato de los militantes peronistas, pero seis imputados, entre ellos el dictador Reynaldo Bignone, fueron absueltos.

La lectura de cada veredicto condensa la expectativa no sólo de los meses de testimonios y pruebas, sino de décadas de luchas e insistencia. Gladys y Ethel Cambiaso esperaban ayer en la primera fila del público la sentencia a los responsables del secuestro y asesinato de su hermano Osvaldo, “el Viejo”. Ahí nomás estaba sentado Juan Griffo, el cuñado de Eduardo “Carlón” Pereira Rossi. El juez Jorge Venegas Echagüe leyó la decisión del Tribunal Oral Federal número 2: condenar a prisión perpetua a Oscar Guerrieri y Luis Muñoz, jefes del Destacamento de Inteligencia 121, como coautores mediatos y a Luis Patti y Juan Spataro, policías de la provincia de Buenos Aires, como autores penalmente responsables de los secuestros, torturas y asesinatos de los dos militantes montoneros. El siguiente punto fue como una puñalada en el corazón: absolvieron a los otros seis imputados. Juan Cabrera, Ariel López, Carlos Sfulcini y Walter Pagano, los cuatro Personal Civil de Inteligencia, integrantes de la llamada “Patota de Guerrieri”. Los magistrados también dejaron libres de culpa a Reynaldo Bignone, dictador y Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas el 14 de mayo de 1983, y a Rodolfo Rodríguez, que era jefe de Operaciones del Comando del 2º Cuerpo de Ejército. Durante el proceso, murió otro PCI, Ariel Porra, y fue apartado de la causa por razones de salud Carlos Lucena, que era jefe del Comando de Segundo Cuerpo de Ejército.

Sólo Cabrera y López escucharon el veredicto en la sala. El resto lo hizo por videoconferencia, desde sus lugares de detención.

“Esperábamos que Bignone fuera condenado y esperábamos más condenas de los PCI”, afirmó Ethel Cambiaso tras el veredicto. “La mitad es buena, la otra mitad deja mucho que desear. Desde hace 33 años esperamos condenas y en lo que hace al meollo central estamos contentas, en lo otro falta. Como el 1 de julio van a dar los fundamentos, Nadia (Schujman) me dijo que vamos a apelar”, agregó esperanzada. La abogada de HIJOS representó a las hermanas en este proceso.

“Estoy satisfecho por un lado que se condenó a los que apretaron el gatillo, como Patti, pero me sorprende que Bignone no tenga ninguna responsabilidad política y me sorprenden las absoluciones, porque ellos no llegaron solos hasta donde fueron fusilados. Hubo una patota que actuó”, consideró Griffo. En el acto que se realiza después de cada sentencia, esta vez la sensación era agridulce.

Disidencia

La decisión del TOF 2 no fue unánime. La sentencia fue avalada por Venegas Echagüe y Beatriz Cavallero de Baravani, mientras el otro integrante del tribunal, Omar Digerónimo, hizo una disidencia parcial. Por un lado, se pronunció por condenar a Bignone a prisión perpetua como autor mediato. Y por el otro, consideró que la calificación legal de lo ocurrido entraba dentro del delito de genocidio. En cambio, sus dos colegas lo desestimaron expresamente.

En cuanto a las responsabilidades, Guerrieri y Muñoz fueron condenados por dar las órdenes (autores mediatos), mientras Patti y Spataro lo fueron por ejecutarlas. Aunque las características de lo ocurrido hacen pensar que el operativo involucró a muchas más que dos personas.

El abogado de la Secretaría de Derechos Humanos, Santiago Bereciartúa, subrayó la importancia de las condenas, pero afirmó que llamaba la atención la absolución de los PCI, ya que el tribunal condenó a Guerrieri como autor mediato pero no a los integrantes de la patota que él comandaba como ejecutores.

Cambiaso y Pereira Rossi fueron secuestrados a media mañana del sábado 14 de mayo de 1983 –una jornada que los testigos recordaron como ventosa– en el bar Magnum, de Rosario. Según profusos testimonios ofrecidos durante el juicio oral, fueron llevados a la tornería Maiorano, sobre calle Biedma, donde los torturaron. Esa misma noche sus cadáveres aparecieron en un camino rural cercano a Lima, en la provincia de Buenos Aires, donde se simuló un enfrentamiento.

Parte del plan

Desde la fiscalía que integran Adolfo Villate y Federico Reynares Solari alegaron que estos asesinatos –así como el de Raúl Yager, el 30 de abril de 1983, en Córdoba– formaron parte del plan sistemático de represión ilegal en la última etapa de la dictadura cívico-militar en Argentina: el recurso a un posible rebrote subversivo para garantizar la impunidad, por la vía de una ley de autoamnistía. Por eso, tanto las querellas como el Ministerio Público acusaron a Bignone. Su absolución causó quizás la mayor sorpresa –e indignación– de la sentencia. “Vamos a insistir en la posición de la fiscalía en cuanto a que quienes intervinieron en el secuestro, quienes llevaron adelante materialmente el secuestro y los tormentos en la ciudad de Rosario fueron los integrantes del Destacamento de Inteligencia 121 que estaban imputados en la causa y también vamos a recurrir en Casación las absoluciones de Bignone y de Rodríguez porque consideramos que en función del rol que cumplían debían tener conocimiento de lo que estaba sucediendo, porque formaba parte de la estructura jerárquica que ellos comandaban con distintos grados de responsabilidad”, lo puso en términos jurídicos Villate ante una consulta de Página/12.

Las absoluciones, de todas formas, no taparon las condenas, que tenían en esta causa un valor especial. “Festejo las cuatro perpetuas que son un logro enorme. Recordemos que dos de estos personajes (Spataro y Patti) tenían un sobreseimiento firme y que son personajes emblemáticos en la impunidad de este país, pero no puedo mentir y no expresar mi disconformidad con las absoluciones que, obviamente, vamos a apelar. Creemos que hubo mucha prueba de la participación de los otros imputados que, además, por el lugar que ocupaba en la cadena de mandos, eran responsables”, expresó Schujman.

Insistencia

Haber llegado a una condena por delitos de lesa humanidad en esta causa fue una hazaña que comenzó con el tesón de las hermanas de Cambiaso y el denodado trabajo del fiscal federal Juan Murray, cuando asumió su función en San Nicolás. La causa fue reabierta en 2005. Pieza clave de la reconstrucción de lo ocurrido con los dos militantes montoneros, Murray fue durante este debate el blanco de los ataques de los abogados defensores privados de los represores. Es que Murray desmontó la teoría del enfrentamiento, como así también el sobreseimiento que dictó en la década del 80 el juez penal de San Nicolás Juan Carlos Marchetti. El fiscal insistió con que se trataba de “cosa juzgada írrita” y lo peleo con uñas y dientes.

Por eso, el veredicto de ayer –aun con su gusto amargo– era para festejar. “Esta causa tenía algunas particularidades que técnicamente las hacía más complicadas que el promedio de las causas por terrorismo de estado, acá había una resolución que cerraba esta causa, hubo que pelear por eso, lo que insumió mucho tiempo, y además había una versión oficial que se había intentado sustentar con un sumario de prevención, una investigación policial que hubo que dar vuelta y se demostró que era falsa la versión oficial de los hechos. Se pudo demostrar que esto no fue un enfrentamiento, sino que fue un asesinato”, expresó Reynares Solari.

Si bien los PCI fueron absueltos, todos tienen condenas anteriores en las causas Guerrieri 1 y 2. Pagano recibió la pena máxima en la primera parte, en 2010, que quedó firme en 2014. Cabrera fue condenado a 25 años; Sfulcini a 20 y López a 16 en diciembre de 2013, en Guerrieri 2.

En esa línea, Schujman rescató el valor de la militancia por verdad y justicia desde hace décadas. “Así como las violaciones a los derechos humanos son como una roca arrojada al agua cuyos efectos se multiplican sobre todos nosotros, también en la construcción de la memoria por la verdad y la justicia son cientos y cientos los que participaron de esto, y que vamos a seguir dando la pelea para esas condenas”, expresó la abogada de Hijos. “Pero no puedo dejar de ver que absuelven a estas personas y Milagro Sala está detenida, Belén (la joven de Tucumán, condenada a ocho años por un aborto espontáneo) está detenida, las dos de manera ilegal. Este es el país en el que estamos viviendo, y vamos a seguir dando la pelea porque no arrancamos de cero. Hay mucho camino recorrido, y vamos a seguir solicitando nuevas imputaciones, de los cómplices civiles y judiciales que aún no fueron pedidas”.

lunes, 1 de junio de 2015

La historia del poeta asesinado : Tilo Wenner

Tilo Wenner, surrealista, editor, secuestrado el 26 de marzo de 1976
La historia del poeta asesinado

Fue un personaje casi de ficción y un bohemio que terminó publicando un semanario en Escobar que se ganó el odio de personajes como Patti. Lo fueron a buscar el día antes del golpe, en un allanamiento a la redacción. Tres días después, se lo llevaron, lo torturaron y quemaron su cuerpo.

 Por Alejandra Dandan

En los años cincuenta Tilo Wenner volvió del Barrio Latino de París, donde había entrado en contacto con el movimiento surrealista. Se embarcó de polizón en un barco de carga y ya en Buenos Aires difundió su modo de ver el mundo entre poetas del bar La Paz. Publicó sus dos primeros libros de poemas en 1957, objetos visuales y de ruptura, mientras salía Serpentina, la primera revista de una serie de ensayos experimentales que dirigió con textos de Rubén Tizziani, Alejandra Pizarnik y hasta Julio Cortázar. Creó la Escuela del Espíritu Experimental y se transformó en un referente de lo absurdo, aunque nunca fue reconocido por el canon. Pasó sus últimos doce años de vida en El Actual, un semanario pequeño, de ocho páginas, publicado en Escobar, marcado por una mirada que se iba poniendo al servicio de los tiempos políticos. A Tilo Wenner lo secuestraron el 26 de marzo de 1976, el mismo día en que salía El Actual con la noticia del asesinato de dos de sus trabajadores y el intento de secuestro, el 23, del mismo Wenner.

El rescate de Wenner en sus dimensiones poéticas y políticas todavía es tarea pendiente. Para Julián Axat, poeta, hijo de desaparecidos, editor de la revista Los detectives salvajes y funcionario de la Procuración, “la desaparición física del poeta es política primero y literaria después. Eso también hace de los libros de Tilo verdaderos tesoros. Creo que Tilo era un poeta vanguardista y experimental fuera del canon. El pensaba la escritura desde la imagen movimiento-objeto, y no por ello era imaginista, ni puramente surreal. Tenía influencias de ambas corrientes muy en boga en los ’50, como Poesía Buenos Aires de Edgar Bayley o Letra y Línea, de la mano de Aldo Pellegrini. Después está la forma, porque los libros de Tilo fueron pensados como pequeñas maquinarias de ruptura estilo ready made contra su tiempo. Un libro de poesía como mingitorio en museo. Después, está lo inhallable del objeto arte, y el valor que le dio el tiempo”.

En 1957, la revista que editaba Wenner ponía sus límites y marcaba sus formas de esta manera:

“Serpentina centrada indefectiblemente en un movimiento semejante al de las aplanadoras en los mejoramientos de rutas, sin vientos favorables, sin recomendaciones de ninguna especie, considera hacer una aclaración:

”Serpentina no es vanguardista ni manierista.

”Con referencia al autobombo y a cierto tipo de planteos que nada tiene que ver con la ética, pensamos lo siguiente: lo que aquí se llama vanguardismo, Lugones, Cocaro, las academias de corte y confección, las admiraciones cambiario crepusculares, los realismos socialistas, suman la sucesivas mediadas de los días opacos.

”Nada tienen que ver con la vida ni con nosotros.

”Ubicada nuestra revista en un plano lógico, aquí y ahora, fundimos la furia de nuestros pasos en elemento básico de nuestra vida: el amor”.
La familia

Federico Wenner es el hermano menor de Tilo. Escribe un mail con un asunto curioso: biografía literaria de Tilo Wenner. En pocas lineas, apretadas, pone algunos trazos de su hermano, sus obras. Una historia distinta a la que Federico suele evocar cuando se presenta en cada juicio de lesa humanidad, donde acude a declarar por otros compañeros caídos de la zona norte, mientras aguarda que la Justicia abra el debate pendiente por su hermano.

Tilo era hijo de Adolfo Wenner y de Catalina Arenst. Adolfo era descendiente de alemanes y rusos alemanes, alemanes del Volga, aclara Federico. Catalina era descendiente de emigrados al Volga. Los padres llegaron por separado a las colonias alemanas de Entre Ríos, donde se conocieron. Tuvieron once hijos en 25 años. Natalia, Rodolfo, Luis, Otto, Augusto, Tilo, Santiago, Ema, Laura, Margarita y Federico, todos entrerrianos menos el último, que nació en la provincia de Buenos Aires. Los Wenner se mudaron después de perder su campo.

“Los terratenientes que los habían llevado a Entre Ríos también tenían campos en Coronel Vidal, cerca de Mar del Plata –dice Federico–, y trajeron a mis padres con varios de nuestros hermanos a trabajar a una quinta grande. Mi viejo salía todos los días por el pueblo a vender la verdura y mi madre se ocupaba de los hijos y del trabajo doméstico en casas de familia. A los 9 años de Tilo, para 1940, sufrió un accidente en un juego. Cayó con la muñeca y quedó con la fractura expuesta. Mi madre tomó un tren de Vidal a Mar del Plata, que son 80 kilómetros. Lo atendieron en el hospital, pensá que era 1940 y ¡ojo! no se habían inventado los antibióticos.” El resultado fue una gangrena que le hizo perder el brazo izquierdo hasta la altura del hombro.

“Para ayudar en casa, porque eramos muy pobres, Tilo se paraba en la antigua Ruta 2 a vender diarios.” Una familia acomodada de Coronel Vidal quiso adoptarlo, pero Catalina se negó. Tilo terminó el primario. Los patrones vivían en Buenos Aires y ofrecieron pagar los estudios de Tilo en Capital y un hospedaje. “Tilo hizo el secundario en el Colegio Sarmiento en dos año y medio, ¡dos años y medio! Se recibió de bachiller nacional con exámenes libres a los quince años”, se entusiasma su hermano.
La poesía

Tilo trabajó de ascensorista en Tribunales y sus padres también dejaron Vidal. Rodolfo, uno de los mayores, contratista de obras, compró un terreno en San Martín y construyó un chalet adelante y una casa para ellos en el fondo, de madera “¡muy grande, pero no una casilla, una flor de casa”. Allí se instalaron Tilo, Laura, Margarita, Santiago y Federico. El resto, se había casado o trabajaba en otras provincias. Tilo hizo dos años de Medicina. Pasó a Filosofía y Letras. Y ahí empiezan los viajes. Como “no tenía un mango” los hermanos mayores financiaron un viaje a Bolivia, Chile y Perú. Federico está convencido que entonces tomó contacto con la poesía surrealista. Cuando volvió consiguió que los hermanos financiaran otro viaje a Francia. Más que nada a París.

Serpentina, su primera revista de experimentación salió en 1957. Tilo editó y dirigió mas tarde otras publicaciones parecidas. KA-BA, autopresentada como “órgano de difusión” de la Escuela del Espíritu Experimental, Pamela 1243 y Mediodía. Entre las firmas están Hugo Loyácono, Raúl Quevedo y Luis Massa. Entre 1957 y 1964, Wenner publicó diez libros y en 1975, ya en El Actual, escribió “Ejercicios para no llorar en vano”, del que sólo se conocen tres poemas porque no llegó a ser publicado (ver aparte). El coronel Antonio Francisco Molinari, subdirector de la Escuela de Ingenieros de Campo de Mayo, encontró los originales y los quemó en un baldío.

Tilo no tenía trabajo, “pero tampoco buscaba”, protesta su hermano. “Permanecía de bohemio hasta que ahí, en el café conoció a Eliana Naón”, empleada comercial, entusiasta de la literatura. Se casaron y vivieron en un caserón de Escobar con diez Naón entre suegra, cuñados y sobrinos. Tilo daba clases de castellano y literatura. “Pero era una casa muy pobre. Y la mujer, de muy buena manera, le dice: de algo tenés que vivir.” Puso un supermercado, pero como se despertaba a la una de la tarde al mercadito lo atendía la suegra y un cuñado. Se endeudó, pidió préstamos y se fundió. En 1964 Un viejo compañero, Rubén Vela, le dio algo de oxígeno al prestarle una vieja imprenta. Justo ese año, Escobar se desprendía del partido de Pilar. Eliana tuvo una idea: “En esta ciudad, Tilo, haría falta un diario”. Y así nació El Actual, de apenas ocho páginas, con salida los miércoles y un lema inolvidable de Facundo Quiroga: “Libre por principio y por propensión: mi estado natural es la libertad”.

“El periódico empezó a crecer”, recuerda Federico. “Hicimos una campaña de suscripción. 500 personas pagaban una suscripción anual. Y mandábamos el diario por correo franqueado. Todas las semanas repartíamos esos 500 ejemplares. La prédica siempre fue crítica pero hasta cierto punto: era 1966, estaba Onganía y realmente el periódico empezó a radicalizarse a comienzos de los años ’70 con la incorporación de las grandes juventudes del peronismo a la política”.

“Tilo tenía una formación absolutamente marxista y era un intelectual que había estado a favor del golpe a Perón del ’55, igual que Rodolfo Walsh”, dice su hermano. “Cuando conoció a la JUP empezó a ver las cosas otra manera. No te digo que se hizo peronista, pero cambió. En El Actual, Tilo publicaba todos los comunicados de la JUP. No les cobraba un peso, pero les decía: yo se los publico, pero como solicitada, el compromiso llegaba hasta ahí. Todos iban a la imprenta como a la Jabonería de Vieytes, por su formación, sus explicaciones eran como clases de enseñanza para los compañeros. Tenía un espíritu libertario, algo de anarquismo, del que no se vende para nada. Y Tilo no se vendió.”

El Actual comenzó a publicar reclamos de los trabajadores de la zona. Los delegados del comedor de la Ford, los que fueron secuestrados después del golpe, le llevaron una denuncia sobre el sector que estaba concesionado a dirigentes del Smata. Tilo la publicó y una patota de la burocracia sindical le cayó al local para apretarlo. La publicación hablaba de la explotación de los trabajadores rurales, la contaminación de los basurales, hasta el maltrato a los pollos de criadero.
Los culpables

Luis Abelardo Patti era policía operador de calle de la comisaría de Escobar. Estaba detrás de los muchachos militantes, noche y día. La imprenta se había mudado: a veinte metros de la comisaría. Ricardo Gabriel Giménez trabajaba como cobrador de las suscripciones de El Actual. Era petisito, de barbita, chueco. Militaba en la JP. Lo secuestraron el 7 de enero de 1976, frente a su familia. Pocos después apareció muerto, con las manos quemadas en un basural de Moreno. Tilo publicó la noticia. Néstor Iván Salas militaba en la JP de Escobar. Dos semanas antes del golpe, lo secuestró la misma patota que se llevó a Ricardo Giménez. El 23 de marzo, pasada la medianoche, un grupo operativo entró a la imprenta. Tilo saltó por un tapial y se escapó sin el brazo ortopédico.

A la mañana siguiente, “Guillermo Saller, un conocido que vivía en el campo, entra a la imprenta y me dice: necesito el brazo ortopédico de Tilo”. “A la tarde, fuimos con un compañero y Eliana al campo. Y Tilo dice: yo no hice nada. Creía que éste era un golpe más. Así que resolvió volver a su casa. El 24 a la tarde, lo trajo el compañero con el auto. Veníamos él, su mujer y yo. Y resolvieron entre los dos, en matrimonio, presentarse el 25 a la mañana en la comisaría de Escobar, entonces a cargo de Stigliano.”

“Tilo se presenta en la comisaría –sigue Federico–. Stigliano le dijo que no había orden de captura y podía volver a su casa tranquilamente. El 24 cayó miércoles, el día que salía El Actual, pero por los episodios salió al día siguiente. La edición del 25 marzo llevaba en la tapa el intento de secuestro al director del diario, es decir, a Tilo. El mismo 25, cuando volvió Tilo de la comisaría armamos la tapa y los distribuimos a los 500 suscriptores. El 26 a la tarde, cayó viernes, a las 16.30, viene el sargento ayudante de Stigliano vestido de civil con borceguíes, vaquero y camisa escocesa con dos cabos con uniforme de combate y fusiles FAL. Preguntan por Tilo Wenner. Dicen: me tiene que acompañar y se van los cuatro. Yo me paro en la puerta y veo que entran en la comisaría”.

El 2 de abril aparecen cuatro cuerpos quemados en la vera del río Luján a la altura de Escobar. Los enterraron como NN en el cementerio de Escobar.
La identificación

“Estaban tan quemados que los bomberos los enterraron como NN. Pasaron los años. Patti fue elegido intendente en 1994. Durante su segunda intendencia, llamó al cementerio. Ordenó que los NN pasaran al osario. Ahí trabajaba una señora, Patricia Achú, que declaró después en la causa. Ella llamó a unos peones y hace desenterrar los cuerpos, pero abajo de la primera camada de NN empiezan a aparecer otros cuatro NN más y eso le llama mucho la atención. Llamó al intendente. Le dijo que la orden tenía que ser cumplida. Llamó a Enrique Sdrech, que como vos sabes era un tipo que se interesaba por estas cosas. El llamo a un juez de Campana. Se presentaron, y el juez ordenó que todos los restos fueron trasladados a la morgue de Campana”.

En el 2006, el EAAF lanzó la campaña para recoger sangre de los parientes directos de los desaparecidos. Fueron Federico, Margarita y Augusto. En 2009 restituyeron la identidad. “Tilo era un kilo de huesos. Le habían hecho tragar una llave. En la garganta apareció una llavecita con un llaverito que era del escritorio de la imprenta donde guardábamos el dinero.” Sus hermanos pusieron los huesos en el cementerio de Chacarita. Federico, a puro chamuyo, consiguió hasta un lugar muy bacán: el panteón de los escribanos. Dice que sigue siendo surrealista toda esa última parte porque las familias de los escribanos se horrorizan cuando ven la placa que dice “asesinado por el Terrorismo de Estado”.

El semanario no salió más después del secuestro de Tilo. En 1977 quemaron su libro sin editar. Tilo tuvo dos hijas. Eliana Naón murió en 2001.

domingo, 28 de septiembre de 2014

La Corte confirmó la prisión perpetua para el represor Patti

El máximo tribunal dejó firme el fallo contra el ex intendente y ex comisario bonaerense por el secuestro y asesinato del diputado nacional Diego Muñiz Barreto y del militante Gastón Gonçalvez.

La Corte Suprema de Justicia confirmó la condena a prisión perpetua para el ex intendente de Escobar, Luis Abelardo Patti, por el secuestro y asesinato del ex diputado nacional Diego Muñiz Barreto y del militante Gastón Gonçalves. De esta manera, el máximo tribunal dejó firme un fallo del Tribunal Oral Federal número uno de San Martín y ratificado por la Cámara de Casación, que condenó al ex comisario bonaerense y al último dictador, Reynaldo Bignone, entre otros imputados.

En las instancias anteriores, Patti había sido condenado como "partícipe primario" de la privación ilegal de la libertad y asesinato del militante de la JP Gastón Gonçalvez, y del secuestro del ex diputado nacional Diego Muñiz Barreto y de su secretario Juan José Fernández. Muñiz Barreto fue secuestrado junto con su secretario Juan José Fernández en una carnicería de Escobar el 16 de febrero de 1977.

Ambos fueron torturados en una comisaría de Tigre, luego trasladados al centro clandestino de detención y torturas que funcionó en Campo de Mayo y finalmente Muñiz Barreto fue asesinado en Entre Ríos.

Pero Fernández sobrevivió y se convirtió en el principal acusador en el juicio oral. Además de esos casos, Patti fue condenado también por la desaparición de dos integrantes de la JP de Escobar, los hermanos Luis y Guillermo D'Amico, cuyos restos no fueron encontrados.

Patti fue condenado en primera instancia en abril de 2011; la Cámara de Casación confirmó la sentencia en diciembre de 2012 y ahora la Corte rechazó el último recurso presentado por su defensa.

Si bien ante la Corte el último recurso fue firmado por el abogado Silvio Ramón Duarte, durante todo el proceso también participó como su abogada Valeria Corbacho, quien entre otros asistió al ex presidente Fernando de la Rúa en el juicio por las supuestas coimas en el Senado y actualmente defiende al motorman Marcos Antonio Córdoba, acusado por la "tragedia de Once".

El fallo de la Corte que ratifica la perpetua para Patti fue firmado por los jueces Ricardo Lorenzetti, Elena Highton de Nolasco, Enrique Petracchi y Juan Carlos Maqueda.

lunes, 23 de junio de 2014

El genocida Patti, con permiso para internarse en una clínica privada !!

La Cámara Federal de Casación Penal permitió salir de la cárcel al exintedente de Escobar y exsubcomisario de la Bonaerense Luis Abelardo Patti, condenado a prisión perpetua por crímenes de lesa humanidad, al hacer lugar a un recurso de la defensa para tratar su discapacidad "hasta tanto se cumpla acabadamente con los ajustes y el reacondicionamiento" de su lugar de detención en la cárcel de Ezeiza.

Los camaristas Angela Ledesma, Alejandro Slokar y Liliana Catucci hicieron lugar de manera parcial al recurso de Casación de la defensora de Patti, Valeria Corbacho. El Tribunal Oral Federal 1 de San Martín, que condenó a Patti, había rechazado conceder la internación en la clinica privada Fleni de Escobar por entender que su rehabilitación a causa de una discapacidad motriz podía llevarse a cabo en una dependencia hospitalaria del SPF.

Pero Casación ordenó una visita a Patti en su lugar de detencion y allí constató que si bien se hicieron reformas para facilitar su rehabilitación no era el lugar adecuado para llevarla adelante en lo inmediato. "Culminadas las reformas edilicias adecuadas, el tribunal podrá, previo dictamen del Cuerpo Médico Forense, disponer el traslado de Luis Abelardo Patti de modo inmediato al Hospital Penitenciario Federal I de Ezeiza", resolvió Casación.

Además, el dictamen advirtió que si vuelve a la cárcel, se deberán "arbitrar los medios necesarios a fin de garantizar los tratamientos de rehabilitación prescriptos de modo adecuado y oportuno, manteniendo a tal fin la coordinación establecida con la empresa de medicina prepaga" con la que cuenta Patti.

"No puede dejar de evocarse que los instrumentos internacionales que obligan al Estado argentino reconocen el derecho de toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental", se recordó en el fallo que aludió a tratados internacionales.

Ante la "morigeracion" de la modalidad de detencion de Patti, el Tribunal de San Martín deberá ordenar las medidas de seguridad que considere adecuadas para el control del condenado.

martes, 11 de diciembre de 2012

Patti será juzgado por el asesinato del periodista Ricardo Giménez

El ex comisario volverá a ser juzgado por delitos de lesa humanidad, ahora por el asesinato del periodista Ricardo Gabriel Giménez, cometido en enero de 1976 y cuyo cuerpo fue encontrado en 2008 en el cementerio de Moreno.

El caso fue elevado a juicio oral por el juez federal de Campana, Adrián González Charvay, en la causa por el crimen del periodista, que se desempeñaba del diario “El Actual” de Escobar y era compañero de militancia de Gastón Gonçalves, por cuya desaparición y muerte Luis Patti fue condenado a prisión perpetua en abril de 2011.

Según el expediente, que será ventilado ante el Tribunal Oral Federal 3 de San Martín en fecha aún a determinar, un grupo integrado por Patti intentó secuestrar a Giménez en un allanamiento ilegal a la casa de sus tíos en diciembre de 1975, pero no lo encontraron.

Las persecución se realizó en el contexto del hostigamiento a integrantes de la Juventud Peronista de Escobar y del staff de un periódico local que denunciaba abiertamente los atropellos y represión policial en los conflictos sociales.

En enero del `76, el periodista fue secuestrado en la casa de sus abuelos en la localidad de Loma Verde, partido de Escobar, y permaneció desaparecido durante 32 años, hasta que se logro el reconocimiento de su cuerpo, encontrado fusilado en un basural de Moreno el 30 de enero de 1976 y luego enterrado como NN.

Este ataque, dice la resolución del juez González Charvay, fue el primero de una serie de secuestros y desapariciones cometidos en la zona donde Patti, integrante entonces de la Comisaría de Escobar, operó cumpliendo órdenes del Ejercito bajo la jurisdicción del Comando de Institutos Militares en el marco del terrorismo de Estado.

Patti está acusado por una multitud de delitos, entre ellos amenazas reiteradas, allanamiento ilegal, privación ilegítima de la libertad reiterada en tres oportunidades con abuso funcional agravada por el empleo de violencias y amenazas; robo agravado por el empleo de armas y en banda; imposición de tormentos agravado y homicidio agravado por la alevosía y en concurso premeditado de dos o más personas.

martes, 7 de febrero de 2012

Las hermanas que cultivaron la memoria

Ethel Cambiasso, locuaz y memoriosa tras el procesamiento de 9 represores.

Junto a Gladys pelearon desde 1983 para que se esclareciera el asesinato de su hermano Osvaldo y de Eduardo Pereyra Rossi. Disconforme por la falta de mérito para Chuli Rodríguez y el Gato Andrada, reconoce que empieza a hacerse justicia.
 
Ethel Cambiasso recordó la militancia de su hermano y las circunstancias de su secuestro en 1983.
 
Por Luis Bastús

El procesamiento dictado la semana pasada contra nueve represores --"Reynaldo Bignone y Luis Patti, entre ellos"-- por el secuestro, torturas y homicidio de Eduardo Pereyra Rossi y Osvaldo Cambiaso significa para quien lleva casi 29 años de espera algo de satisfacción, una tímida sensación de justicia que recién llega, aunque incompleta, porque hay dos que zafaron de ser enjuiciados: Víctor Hugo el Chuli Rodríguez y Edgardo el Gato Andrada, beneficiados por falta de mérito. Esa mezcla de pensamientos bulle en Ethel Cambiaso, la hermana menor del cuadro montonero cuyo cadáver apareció fusilado el 14 de mayo de 1983 en un camino rural de Zárate, Buenos Aires. Luego de conocer la resolución del juez Carlos Villafuerte Ruzo, ella atendió a Rosario/12 en su casa, locuaz y memoriosa, pero con la calma de quien tuvo que digerir el dolor más grande de su vida y saber convivir con ello. Y desde ese lugar hilvanó su sentimiento y repasó la vida de su hermano, el pibe venido del campo, el ingeniero que no ejerció, el militante.

"Al comienzo teníamos con mi hermana Gladys una desesperación tremenda por hacer justicia, y me di cuenta que no podíamos hacer nada. Nadie quiso salir de testigo y tenían sus razones. La patota baleó las cubiertas y el auto al abogado que nos habían puesto al principio, (Víctor) Corvalán, y le amenazaron la familia. Pasó mucho tiempo sin ninguna novedad y así pudieron cerrar la causa con esa mentira de que habían muerto en un tiroteo. Esto se empezó a mover recién cuando subió (Néstor) Kirchner como presidente, cuando se anularon las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Ahí se pudo reabrir la causa. De todos modos, fue el último caso de la dictadura pero el que más trabajo le dio a Ana Oberlin (su abogada) para destrabarlo", cuenta.

"Nosotros éramos de Soldini. Mi padre fue agricultor toda su vida, así que vivíamos en el campo, pero nos mandaron a la escuela a Rosario: mi hermana y yo a Misericordia, y Osvaldo al Cristo Rey. Ya entonces él tenía una actitud política definida, no coincidía con las posturas de ciertos profesores y se ponía muy mal. Cuando terminó, consiguió una beca y se fue a estudiar Ingeniería Química en Santa Fe. Ahí empezó su carrera de militancia, y se conoció con todos, Raúl Yager, Fernando Vaca Narvaja, René Oberlin. Y Osvaldo primero trabajaba en el comedor universitario, sacaba fotos artísticas y de casamiento, y estudiaba a la par de la militancia. Cuando se recibió tuvo su primera entrada en la cárcel con la dictadura de Lanusse, y salió por la amnistía que dio Cámpora. Siguió militando, y llevaba una vida blanqueada, pero después pasó a la clandestinidad, algo discutible, pero era muy perseguido y la Triple A ya sembraba el terror", recordó Ethel.

Cambiaso compartió la Nochebuena del '75 con su familia en Soldini. Y partió sin decir adónde. Nunca lo hacía. Volcó el auto antes de llegar a Villa Ocampo, en el norte provincial, y quedó moribundo. El hallazgo de varios documentos de identidad con su foto dentro del coche atrajo a policías y militares que llegaron de Santa Fe y lo arrancaron del hospital local para confinarlo en la cárcel de Coronda. Un preso viejo se apiadó y lo cuidó como pudo. Cambiaso sobrevivió. Era hipertenso y tenía un soplo cardíaco. Y atravesó la dictadura militar como preso político en varios penales del país, Rawson incluso. "Hubo largos períodos sin que pudiéramos verlo -evocó su hermana- y no le daban los remedios que debía tomar. Estaba muy desmejorado cuando salió, tenía 42 años pero parecía de 60, por eso le decían El Viejo. Nuestra perito de parte en la segunda autopsia luego me dijo que Osvaldo no iba a morir anciano".

Las Cambiaso movieron cielo y tierra para conseguir la libertad de su hermano. Y lo consiguieron en 1982, luego de apelar en Roma a Amnesty Internacional. Osvaldo regresó a la militancia y se instaló en Pérez, junto a sus padres. Consiguió trabajo en un taller de fotomecánica que estaba en Paraguay y San Lorenzo y pudo rehacerse.

Su hermana lamenta que Cambiaso "no haya tenido tiempo de tener una compañera, hijos, porque se había casado con la militancia". La derrota en Malvinas aceleraba el final de la dictadura y Cambiaso se abocó de lleno a preparar la campaña de las elecciones del año siguiente. Abrió una unidad básica en Urquiza al 1200. Se llamaba "Movilización e intransigencia peronista".

En ese ir y venir entre Pérez y Rosario con el Fiat 1500 de su padre, Osvaldo notó que lo vigilaban, y eso sí lo contó a su familia. El 30 de abril de 1983 un grupo de tareas asesinó al comandante montonero Raúl Yager, y Cambiaso presintió que ahora irían por él. "Me voy a tener que guardar por un tiempo", comentó. No le dieron tiempo. Cuando Ethel fue a retirar el cuerpo a San Nicolás, le dieron el certificado de la tramitación del pasaporte que Osvaldo llevaba en un bolsillo.

El resto es historia conocida: la violenta irrupción de la patota al mando del coronel Pascual Guerrieri en el bar Magnum, de Córdoba y Ovidio Lagos, Cambiaso desmayado de un culatazo y arrastrado hasta un furgón, Pereyra Rossi que no alcanza a cortarse las venas, la tortura y la entrega al subcomisario Patti, que los fusila en un camino rural cerca de la localidad de Lima, junto a sus suboficiales Rodolfo Diéguez y Juan Spataro, y fragua un enfrentamiento armado que los jueces fingieron creer hasta 2005, cuando el fiscal Juan Murray logró obligar a Villafuerte Ruzo a reabrir la investigación y anular los sobreseimientos.

Hoy Ethel Cambiaso revive la tragedia: "Teníamos el mal presagio porque desapareció con auto y todo. Cuatro días después, se había organizado una marcha desde la plaza 25 de Mayo hasta la San Martín. Cantaban 'con vida los llevaron, con vida los queremos; Cambiaso querido, no habrá perdón ni olvido'. Entonces apareció por televisión el rostro de mi hermano y la noticia que decía que dos delincuentes subversivos habían sido abatidos en un enfrentamiento. Yo quise entrar durante la autopsia, porque si no lo veía muerto no lo podía creer. Estaba destruido, le reconocí las manos y una vieja cicatriz en la garganta".

Ethel le reprocha a Osvaldo haber bajado la guardia al creer que en vísperas de democracia el aparato represivo había dejado de funcionar. "No se tenían que encontrar en ese bar, sino en otro lado que nadie supo. Y nadie sabe por qué se encontraron en ese lugar. O los mandaron equivocados o los delataron, pero también se dijo que un allegado a mi hermano que iba a la casa peronista de calle Urquiza era de los servicios de Inteligencia y que ese lo traicionó", reveló.

Tanto ella como Gladys, la mayor de los tres, hicieron visible su tragedia y la convirtieron en testimonio a lo largo de estos años de impunidad. "Al comienzo la gente a mi alrededor tenía mucho temor, decía «no me contés, no me contés, no quiero saber nada», pero después ya no. Hasta hubo quienes me han dicho «ay, qué arrepentida estoy de haber pensado como pensaba, ahora que se sabe cómo ocurrió esto». No los juzgo, así es como sembraron el terror".

"Yo sufrí mucho con la muerte de mi hermano, porque era muy pegada a él. Soy un año y dos meses menor. Sufrí mucho, pero el tiempo va restañando heridas. Ahora tengo satisfacción de que se hace justicia. Spataro se quería escapar y ahora parece que lo atraparon. Esperemos que realmente se haga justicia. Patti, aunque por otra causa, ya está preso y condenado a prisión perpetua. Ojalá que todos terminen como deben terminar: bien presos", concluyó

viernes, 25 de noviembre de 2011

Patti procesado por el asesinato de un periodista

Marche otra causa

 Por Diego Martínez

Dos días antes de celebrar su primer cumpleaños como condenado, Luis Abelardo Patti fue procesado el jueves por el secuestro y asesinato del periodista Ricardo Miguel Giménez, el primer desaparecido de Escobar. Militante de la Juventud Peronista de zona norte y redactor del diario El Actual, donde escribía sobre los trabajos sucios de la Policía Bonaerense, Giménez fue secuestrado en enero de 1976 y no hubo rastros de su paradero hasta 2007, cuando un registro burocrático permitió probar que lo asesinaron después de 23 días en cautiverio. El ex intendente de Escobar, que hoy festejará sus 59 años en el hospital de la cárcel de Ezeiza, fue procesado esta vez por el juez federal subrogante de Campana, Adrián González Charvay, que embargó sus bienes por un millón de pesos.

Giménez trabajaba en el diario que dirigía Tilo Wenner, poeta y periodista asesinado días después del golpe de Estado. Se ocupaba de investigar las tareas ilegales de la Policía Bonaerense para desactivar conflictos gremiales y amedrentar militantes. Las denuncias le valieron varios hostigamientos, en particular de agentes de la comisaría de Escobar. En diciembre de 1975 un grupo de tareas de policías y civiles allanó de madrugada la casa de los tíos de Giménez. Destruyeron la casa, buscándolo en un supuesto escondite, pero no lo encontraron. El 7 de enero de 1976 la patota invadió la casa de sus abuelos en Loma Verde, en Escobar. Lo secuestraron ante la presencia de sus hijos, entre otros familiares, y robaron hasta el bombeador de agua. Parientes y compañeros lo buscaron y publicaron solicitadas en las que hacían responsable a la policía. La Justicia sobreseyó la denuncia cinco meses después.

El cadáver desfigurado, mutilado y maniatado apareció el 30 de enero de 1976 a la mañana, veintitrés días después del secuestro, en una zona despoblada conocida como La Quema, en Moreno, donde los recolectores descargaban la basura de la ciudad. La División Documentos de la Policía Bonaerense lo identificó por las huellas, pero los restos se inhumaron con “NN masculino” en el cementerio de Moreno, con el visto bueno del Juzgado Penal 4 de Mercedes. El registro lo descubrió y aportó a la causa en 2007 la Dirección General del Registro de Personas Desaparecidas del Ministerio de Seguridad bonaerense. Intervino el Equipo Argentino de Antropología Forense, pero fue imposible restituir los restos a la familia porque en 1982 habían sido trasladados al osario general.

Las amenazas de Patti a Giménez, que no ocultaba su militancia y recorría Escobar como periodista, comenzaron en 1973, apuntó el juez González Charvay. Los trabajadores de la imprenta Rayo, donde se editaba El Actual, solían verlo de civil, en un Peugeot 504 color mostaza, registrando los movimientos del diario. También vigilaba las reuniones en el sindicato del Fatre o en casas de familia. Patti fue reconocido la madrugada de 1975 cuando fueron a secuestrarlo a la casa de sus tíos. “Nunca lo conocí”, afirmó durante su declaración indagatoria, sin obligación de decir la verdad. El juez enmarcó el caso en “un modelo sistemático orquestado y organizado por sectores del Ejército que junto con fuerzas de seguridad, en particular con la comisaría de Escobar, actuaban con la finalidad de exterminar a grupos políticos, sociales, estudiantiles y gremiales, y también a organizaciones armadas”.