jueves, 30 de septiembre de 2010

Tres filas con fotos de los desaparecidos mientras Patti en la camilla no abre los ojos.

LOS HIJOS DE LAS VICTIMAS EN LA PRIMERA FILA DEL JUICIO A LUIS PATTI

El ex comisario volvió a entrar en camilla y permaneció acostado y con los ojos cerrados. Los peritos que lo revisaron coincidieron en que no había motivos para que el acusado no asista a las audiencias.
Por Alejandra Dandan
Las fotos de los desaparecidos ocuparon las primeras filas del tribunal.

Dicen que cierra los ojos porque no quiere verlos. Pese a eso, los hijos de las víctimas del ex policía Luis Abelardo Patti volvieron a sentarse en las primeras filas de esa rara sala de audiencias, montada en un descampado de José León Suárez, dentro del auditorio municipal Hugo del Carril. Alguien había colocado muy temprano sobre las sillas de las tres larguísimas primeras filas imágenes de los de-saparecidos y secuestrados en Campo de Mayo. Así, en el comienzo de la segunda audiencia del juicio oral contra el ex subcomisario, en esas primeras filas, en la primera silla quedó parada la foto de Diego Muñiz Barreto con su barba, al lado de la de su secretario Juan José Fernández y enseguida la de Gastón Gonçalves.

–¿Nadie se va a sentar en esas sillas? –preguntó esta cronista a una vieja integrante de los organismos de derechos humanos que dedicadamente iba enderezando las fotos. “No”, explicó la mujer. “Ellos las están ocupando.”

Como sucedió el lunes en la primera audiencia, al comienzo ocuparon sus asientos en el espacio destinado a los acusados Santiago Omar Riveros, Reynaldo Bignone, jefe y subjefe en 1977 del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo y el ex comisario de Escobar Fernando Meneghini. Patti entró después, montado con los ojos cerrados sobre un camastro. Permaneció durante tres horas con el cuerpo congelado, como si buscara la forma de no estar. Once peritos lo revisaron, aseguraba temprano uno de los hermanos Muñiz Barreto. Unos de parte de los defensores, otros por las querellas y además lo revisaron los peritos del Tribunal. Todos dijeron lo mismo: que pese a aquella nueva representación de patetismo estaba completamente en condiciones de permanecer en la sala.

En la audiencia de ayer, la secretaria del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín terminó de leer las requisitorias de elevación a juicio de los organismos de derechos humanos. Luego pasó revista a la elevación a juicio en la que el juez de la primera instancia Juan Manuel Yalj dedicó un largo apartado a las “groseras” estrategias con las que el ex camarista Alfredo Bisordi, abogado de Patti, planteó, replanteó y volvió a presentar todo tipo recursos con “la única intensión de demorar el proceso de instrucción”.

El juicio contra Patti forma parte de la megacausa de Campo de Mayo, con más de 400 casos. Tres de esos expedientes se desprendieron para dar inicio al debate. Son los casos de Gastón Gonçalves, secuestrado el 24 de marzo de 1976 y cuyo cuerpo apareció carbonizado y con un disparo de arma de fuego en el cráneo el 2 de abril de ese año. También Diego Muñiz Barreto y su secretario Juan José Fernández, secuestrados en una carnicería cercana a la comisaría de Escobar el 16 de febrero de 1977 y arrojados al río Paraná después de inyectarlos para adormecerlos adentro de un auto. Y los casos de Carlos Daniel Souto y Guillermo David y Luis Rodolfo D’Amico, secuestrados el 10 de agosto de 1976, todos desaparecidos. Además, los secuestros de los padres de los D’Amico y de Osvaldo Tomás Ariosti del 3 de abril de 1976.

Durante la lectura de la acusación se escucharon los detalles de cada una de esas causas y el cúmulo de pruebas que las sostienen. Bisordi no estuvo en la sala y la defensa de Patti la llevó adelante su socio Silvio Ramón Duarte. Enseguida se escucharon los reproches de Yalj sobre la actuación de Bisordi en la causa, un dato importante porque los querellantes temen que parte de esa conducta vuelva a repetirse durante el juicio.

“La conclusión a la que cabe llegar a raíz de todos y cada uno de los escritos que el doctor Bisordi interpuso –decía el escrito– no obedecen a otro fin que demorar el curso de las presentes actuaciones.” En la última parte del proceso, el ex camarista interpuso siete escritos por supuesta inacción de las querellas, con excepción de la Secretaría de Derechos Humanos de Nación. Pero no porque se haya olvidado –agregó el escrito–, sino porque ya la había cuestionado. Luego sumó otros seis escritos para pedir la nulidad de los requerimientos de las querellas, se opuso al requerimiento fiscal de elevación a juicio, pidió el sobreseimiento de Patti y expresó nuevamente en un escrito 49 medidas que a su criterio faltaron llevarse a cabo. Yalj negó todo y consideró que la presentación de esos escritos por separado para que se formen tantos incidentes como escritos, era una estrategia para suspender la elevación a juicio hasta tanto Bisordi considere que todo adquiría firmeza, “previa interposición de infinidad de revocatorias, apelaciones, quejas, etc., todo lo cual desnaturaliza el sentido de la instrucción”. En ese tono, también rechazó las objeciones del abogado contra los organismos de derechos humanos “como consecuencia de su intento en demostrar que los mismos no tienen legitimidad para actuar en el carácter con el que lo vienen haciendo desde hace años”. Y le objetó los excesos de lenguaje, “una reiteración continua y excesiva que más allá de desmerecer a quien los expresa, sobre todo cuando no se trata de un bisoño letrado sino de una persona que ha hecho toda una carrera en el servicio de justicia, a los referidos excesos me imponen solicitarle en aras del decoro procesal que guarde en sus futuros escritos el lenguaje que su noble ejercicio de la defensa y el decoro del proceso aconsejan”.

Patti todavía estaba en la sala. A las 12.10, Duarte pidió permiso para llevarlo a la ambulancia presentada pomposamente como sala contigua al Tribunal. Lucila Larrandart, presidenta del Tribunal, aceptó. Un cuerpo de hombres del Servicio Penitenciario Federal pertrechados con chalecos antibalas y hasta algunos escudos lo sacaron en andas. En la sala se oyó algún rumor de protesta. Los lugares destinados a las huestes del ex subcomisario siguieron vacías como lo estaban el lunes porque sus hombres nunca llegaron.

Enseguida se pasó a la última parte de la audiencia, los planteos preliminares de nulidades y revocatorias de pruebas presentadas por la defensa, y durante las cuales se escuchó a Duarte vociferar con tonos exaltados. “¿Pero qué dice?”, preguntó una y otra vez Larrandart, que acababa de escuchar, como todos, las reprimendas del juzgado de instrucción a Bisordi. “¡No le entiendo!” “¡Por favor, por qué no es más claro!” ¿A dónde quiere llegar? ¿Esto no estaba ya planteado? ¿Porque no dice, entonces, qué guarda la reserva? ¿Pero va a pedir alguna medida?

Pero Duarte insistió. Pidió la nulidad de los requerimientos de las querellas, cuestionó el dictamen del fiscal y se despachó con pedidos de pruebas que las querellas y hasta el mismo tribunal luego consideraron improcedentes o tardíos. Entre otras cosas, quería el acta de cremación del cuerpo de Gonçalves o el certificado de muerte de Fernández, el compañero de Muñiz Barreto, sobreviviente del atentado, testigo ante la Conadep pero muerto efectivamente en 1985. Todo con palabras complicadas o con medias palabras, lo mismo que hizo poco más tarde. Esta vez, se sumó a un pedido del defensor de Bignone que quería la nulidad de la incorporación de la declaración de Juan Scarpati, secuestrado y fugado de Campo de Mayo, testigo clave de la causa y muerto hace dos años.

La resolución del planteo llevó más de una hora de tiempo. Luego de idas y de vueltas, Duarte llegó a argumentar invocando hasta a la Revolución Francesa y dijo que “los derechos humanos no nacieron con este juicio, sino que existen hace 200 años”. Nada prosperó finalmente. Para las defensas no tenían valor las ampliaciones del testimonio de Scarpati porque, dijeron, no habían sido comunicados. Como el testigo está muerto, buscaron de-secharlo. Pero los fiscales aprovecharon la ocasión para abrir una puerta para más adelante. El equipo integrado por Marcelo García Berro, Javier de Luca y Juan Patricio Murray aseguró que iba a revisar el testimonio de Scarpati sorprendidos porque a la defensa de Patti le interesaba anular el testimonio. Scarpati no vinculó a Patti a Campo de Mayo, no lo situó en el centro clandestino, pese a que existen sospechas de que estuvo ahí. Y ahora eso puede abrir una puerta para investigarlo.

Larrandart, que está apurada con el juicio, abrió además las indagatorias. Le preguntó a Riveros si quería declarar. El condenado militar se negó y se dio lectura a sus declaraciones anteriores en las que dice que sólo detenían a los que estaban infragrantes por 48 horas, les daban la misma comida que a la tropa, que no tenía injerencia porque los detenidos pasaban a manos de inteligencia. El lunes tendrá la palabra Bignone, Meneghini y Patti, que a última hora volvió a la clínica Fleni de Escobar.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Patti: en camilla en el primer día del juicio por sus crímenes durante la dictadura

A hacerse la víctima a la sala de audiencias

El policía represor está acusado por un asesinato, seis torturas y nueve secuestros. Es juzgado junto a Reynaldo Bignone, Santiago Omar Riveros y Fernando Meneghini. “Mientras no interrumpa el juicio que venga como quiera”, dijeron los querellantes.

 Por Alejandra Dandan

El condenado Reynaldo Bignone subió las escaleras primero. Lo siguió Santiago Omar Riveros, y al lado se sentó el ex policía Fernando Meneghini. El escenario del auditorio municipal Hugo del Carril en José León Suárez estaba listo. Se habían acomodado a un lado los integrantes del Tribunal Oral Federal 1 de San Martín; abajo, en las butacas, estaban familiares, testigos y representantes de los organismos de derechos humanos. Pero en la sala todavía faltaba el policía Luis Abelardo Patti. “Ni a mi novia esperé tanto en mi vida”, se oía entre el público. “A ver... A ver... ¿qué pasa?”, murmuró la misma voz delante de unas cartulinas con las caras y los nombres de otros asesinados en Escobar levantados como estandarte entre el público. “Ahí viene el bicho”, dijo la voz cuando un enfermero se abrió paso con la camilla en andas desde la puerta de emergencia ubicada a un costado. Rodeado por un impresionante cuerpo de hombres del Servicio Penitenciario pertrechados con chalecos antibalas, el ex subcomisario llegó acostado sobre el camastro, el cuerpo inerte, los ojos cerrados y un par de zapatillas deportivas. Así estuvo durante la primera jornada del juicio oral por los crímenes imprescriptibles de la última dictadura militar al que es sometido junto a los otros tres represores.

“Mientras no interrumpa el juicio que venga como quiera”, explicaba anoche Ana Oberlin, abogada de los querellantes. “Pedimos que se cumplan las garantías para los testigos; si él quiere seguir el show de lo patético, que lo haga en paralelo.”

Patti debía llegar a la sala de audiencias en sillas de ruedas; así se lo habían anunciado sus abogados –entre los que se encuentra el ex camarista Alfredo Bisordi– a las autoridades del Tribunal. Internado en la clínica Fleni de Escobar, una pericia determinó la semana pasada que estaba en condiciones de presentarse. Patti había dicho que ni siquiera podía pararse y aludió a un supuesto clavo que le toca la cervical. “Existen tomografías para saber si eso es cierto –dijo Oberlin–, no podemos creer que la dolencia exista y que no hayan hecho nada para solucionarlo.”

La sala estaba repleta. Testigos, familiares, representantes de los organismos de derechos humanos, movimientos piqueteros, como Barrios de Pie. En las filas de adelante, se sentó el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, entre las Madres de Plaza de Mayo con sus pañuelos. Estuvieron Enriqueta Moroni, Lita Boitano, Nora Cortiñas y Taty Almeida. En un costado habían dejado un ala completa del auditorio para la tropa de Patti, los hombres del Paufe de Escobar. Se suponía que irían en colectivos, pero nadie llegó.

Patti seguía adelante. La presidenta del Tribunal, Lucila Larrandart, dio por comenzada la audiencia. Entre las once de la mañana y la una de la tarde, el enfermero de Patti desabrochó el ruidoso abrojo del aparato de presión por lo menos tres veces. A las dos de la tarde, cuando concluyó el cuarto intermedio, uno de sus dos defensores, en este caso Silvio Ramón Duarte, anunció que Patti estaba con presión alta. Pidió permiso a los jueces para que el acusado siguiese la audiencia desde la ambulancia.

La jornada había comenzado con la lectura de la requisitoria de elevación a juicio escrita por el fiscal Jorge Sica. El juicio oral es un desprendimiento de la llamada causa Riveros, un expediente con unos 400 casos que siguen investigándose. Los imputados son Riveros, Bignone, Meneghini y Patti, acusado por nueve privaciones de la libertad, el homicidio de Gastón Roberto José Gonçalves y otros delitos (ver aparte).

El Tribunal leyó la descripción que la fiscalía preparó de cada una de las víctimas. La primera fue la de Gonçalves, secuestrado en Zárate el 24 de marzo 1976 y quien cuatro días más tarde estuvo en el interior de un camión celular estacionado en la parte de atrás de la comisaría de Escobar. Desde el momento de su detención, fue objeto de torturas. En la lectura se recordó que el 2 de abril de ese año, en el Camino isleño del río Luján, se encontró un cadáver carbonizado entre neumáticos todavía encendidos, con el cráneo destruido por un disparo de arma de fuego. El cuerpo fue enterrado como NN en el cementerio de Escobar.

El segundo caso que se escuchó fue el del ex diputado nacional Diego Muniz Barreto y su secretario Juan José Fernández. Ambos fueron secuestrados el 16 de febrero de 1977 alrededor de las seis de la tarde en una carnicería cercana a la comisaría de Escobar. Desde allí los llevaron a la Comisaría de Escobar, donde los tuvieron detenidos hasta el 18 de febrero. Después de pasar por la Unidad Regional o Comisaría Primera de Tigre y por Campo de Mayo, el 6 de marzo a la madrugada volvieron a meterlos en el baúl de un auto, los llevaron a orillas del Paraná en Entre Ríos, simularon un accidente y los arrojaron al río en el Fiat 128 de Fernández. Muniz Barreto murió. Fernández sobrevivió, y cuando salió describió lo que había sucedido a un escribano.

El último caso reúne el secuestro de varios adolescentes militantes de una Unidad Básica de Garín. Son Carlos Daniel Souto, secuestrado a las 7.30 del 10 de agosto de 1976 mientras esperaba el tren en la estación de Garín para ir a la escuela Manuel Estrada de Capilla del Señor. Ese mismo día, a la 13.30, el mismo grupo entró en la casa de los hermanos Guillermo David y Luis Rodolfo D’Amico. Eran vecinos de Souto. A Luis Rodolfo le sumergieron varias veces la cabeza en un tanque de agua del patio de la casa, y luego se los llevaron. Hoy siguen desaparecidos. Ese tercer expediente también incluye el caso de Osvaldo Tomás Ariosti, secuestrado el 3 de abril de 1976, alojado en la comisaría de Escobar, trasladado al buque anclado entre Zárate y Campana donde había otros detenidos. Ariosti pasó luego a Campo de Mayo, a la cárcel de Devoto, a La Plata y salió en libertad el 28 de octubre de 1978.
El nombre de Patti

Poco después del mediodía, la secretaría del TOF 1 concluía con la requisitoria fiscal con las pruebas contra Patti. “La abundante y concluyente prueba –indicó Sica en su escrito– permite concluir que en todos los casos ventilados fue coautor directo de las privaciones ilegítimas de la libertad, habiendo en algunos casos intervenido en tormentos.” Respecto de Gonçalves –indicó– quedó probada su persecución a través de múltiples testimonios. También la intervención en el secuestro, porque su madre supo por la hija de un testigo que él había sido el secuestrador. En el caso de Muniz Barreto recordó un mensaje que escribió el ex diputado desde la comisaría de Escobar en la que señaló a Patti como quien los había detenido. Citó además el testimonio del actual secretario de Derechos Humanos de Nación, Eduardo Luis Duhalde, y de Marcelo Fernández Grassi, entre otros, que afirmaron haber escuchado el relato escrito y narrado por Fernández, que falleció en 1985. Señaló además otro testimonio que afirmó que el ex diputado Muniz Barreto aparecía en la lista de desaparecidos que llevaba adelante la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires, donde figuraba Patti como captor, cuando no era conocido públicamente. Y sobre los últimos casos, Sica explicó la conexión entre el secuestro de Souto y los hermanos D’Amico. Recordó que los padres de los hermanos declararon en 1985 y reconocieron a Patti como miembro de la comisión policial y de la policía de Garín. En tanto, Ariosti reconoció a Patti como su aprehensor, y quien lo trasladó al buque fondeado entre Zárate y Campana.

La jornada siguió con la lectura de otras requisitorias. La querella representada por Pablo Llonto y Ana Oberlin, que actúan en nombre de los hermanos Juana, Diego y Antonio Muniz Barreto, de los hermanos Manuel y Gastón Goncalvez y de María Isabel D’Amico, la hermana de Guillermo y Luis D’Amico, hoy desaparecidos. Riveros, Bignone y Meneghini seguían sentados. Bignone adelante, con las piernas cruzadas. Patti ya no estaba en la sala. “Muchas veces te hacen creer que vos sos una loca”, decía Juana Muniz Barreto estos días. “Que estás treinta años después molestando a estos señores mayores y en realidad los que están acusados de haber cometido delitos gravísimos y están sin ser condenados y juzgados son ellos, no uno. Es decir, ellos son los responsables de que mi papá hoy no esté acá con nosotros. Entonces hay que tener muy presente eso para poder sentarte bien cuando vas, porque hacen todo tipo de manejos para hacerte sentir que uno está en falta, y uno lo que hizo es lo correcto: es acudir a la Justicia a que resuelva algo gravísimo.

domingo, 26 de septiembre de 2010

Comienza el primer juicio oral contra el ex comisario Luis Patti por delitos de lesa humanidad

A pesar que el ex comisario sigue alegando estar enfermo

Se iniciará hoy ante el Tribunal Oral Federal Nº1 de San Martín. En el mismo debate también será juzgado, por segunda vez, el ex presidente de facto Reynaldo Bignone. Los represores están acusados de haber cometido secuestros y otros crímenes en perjuicio de 10 víctimas.

El Tribunal Oral Federal Nº1 de San Martín dará inicio este lunes al primer juicio oral contra el ex comisario Luis Abelardo Patti, acusado por delitos de lesa humanidad cometidos durante el último gobierno militar.

Las audiencias se realizarán los días lunes y jueves en el Auditorio “Hugo del Carril”, ubicado en la localidad bonaerense de José León Suárez, según publica en su portal el Centro de Información Judicial.

Los imputados son: Santiago Omar Riveros, que se desempeñó como comandante del Comando de Institutos Militares durante los años 1976/77; Benito Reynaldo Bignone, que se desempeñó como Jefe del Estado Mayor-Segundo Comandante de dicho Cuerpo durante el año 1977; Juan Fernando Meneghini (prisión domiciliaria) quien en el período 1976/1977 se desempeñó como comisario de la Comisaría 1ra de la localidad de Escobar, y Luis Abelardo Patti (internado actualmente en Instituto Fleni) quien habría cumplido funciones como Oficial Subinspector en la misma seccional policial durante el mismo lapso de tiempo.

Intervienen como partes querellantes la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, la Secretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires, la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo, la querella unificada en cabeza de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos, Manuel Goncalves y Gastón Goncalves.

El objeto del juicio ha quedado conformado por una porción de los hechos que habrían tenido lugar en la Zona de Defensa IV bajo jurisdicción del Comando de Institutos Militares Campo de Mayo en los años 1976 y 1977, de acuerdo a la siguiente plataforma fáctica:

CASO 226: Privación ilegal de la libertad de Gastón Roberto José Gonçalves, ocurrida el día 24 de marzo de 1976, en la ciudad de Zarate, Provincia de Buenos Aires. Habría sido visto el día 29 de marzo en un camión celular que se encontraba estacionado en la parte trasera de la Comisaría 1era de Escobar. Pocos días después, más específicamente el día 2 de abril de 1976, su cuerpo fue encontrado sin vida en el Camino Río Luján de la localidad de Escobar, carbonizado. Imputados respecto de este caso Santiago Omar Riveros, Juan F. Meneghini y Luis A. Patti.

CASO 246: Privación ilegal de la libertad de Diego Muñiz Barreto y Juan José Fernández; habría ocurrido aproximadamente a las 18:00 horas del día 16 de febrero de 1977 en la localidad de Escobar, Provincia de Buenos Aires. Habrían sido trasladados por personal policial a la Comisaría de Escobar, y permanecido en dicha condición hasta las 17:30 horas del día 18 de febrero, cuando habrían sido derivados a otra dependencia policial -podría tratarse de la Unidad Regional o Comisaría 1era de la localidad de Tigre de la Policía de la Provincia de Buenos Aires-. Días después el cuerpo de Muñiz Barreto habría sido encontrado sin vida en el interior de un automóvil marca Fiat modelo 128 en aguas del Río Paraná, en la Provincia de Entre Ríos. Fernández habría logrado escapar de su cautiverio. Por este hecho fueron acusados Santiago O. Riveros, Reynaldo Bignone, Juan F. Meneghini y Luis A. Patti.

CASO 290: 1) Privación ilegal de la libertad de Carlos Daniel Souto, ocurrida presumiblemente el día 10 de agosto de 1976 por un operativo conjunto del Ejército y la Policía en la Estación de Trenes Garín, Partido de Escobar. 2) Privaciones ilegales de la libertad de Guillermo David y Luis Rodolfo D´Amico, acaecidas el 10 de agosto de 1976, quienes habrían sido sustraídos de su casa de la calle Sulling 2089, en la localidad de Garín. 3) Privación Ilegal de la libertad de Osvaldo Tomás Ariosti, que habría ocurrido durante la madrugada del día 3 de abril de 1976 en su domicilio ubicado en la localidad de Garín. Finalmente habría sido trasladado a la Cárcel de Devoto y luego a la Unidad 9 de La Plata, para ser finalmente liberado el 28 de octubre de 1978. Por estos hechos resultan imputados Santiago O. Riveros y Luis Patti.

Cada una de las causas siguió procesos diferentes. “Souto se empezó a instruir en los ’80 porque las familias fueron citadas a un proceso que se inició como de oficio”, indica Ana Oberlin. “Esa fue una diferencia con los casos Muniz Barreto y Gonçalves, en las que el avance de las causas tuvo mucho que ver con el trabajo de las familias.”

A horas del comienzo del juicio, los hermanos fueron al aeropuerto a buscar a Antonio, que vive en España y no es un exilado político. “Aunque no lo sé”, dice. “No y sí, no soy un exiliado político, se me nota, pero esto produce una cosa que es el aislamiento y te quedás hecho polvo como en un huevo, la realidad te empieza a afectar porque vivís parado arriba de una mentira, porque Patti de pronto va a ser candidato a gobernador.” Y entonces dice que ésa es la mentira, y la vida, un lugar desde donde “te caés todo el tiempo”.

Juana, que no se cae pero se ahoga, de pronto se acuerda del Mundial ’78, un año después del secuestro, de un ascensor en su edificio durante el último gol del Mundial. “Era un ascensor con puertitas de rejas, yo iba subiendo y escuchaba los gritos del gol en todos los pisos y me sentí tan angustiada y tan sola, porque era como que estaba completamente aislada.” El comienzo del juicio es muy movilizante: “Yo digo que esto es como un tsunami, que es algo que uno viene buscando desde hace muchos años y que uno viene esperando”. Empezaron con la causa el 6 de marzo de 2007, a 30 años del asesinato. “Son casi cuatro años, pero estamos recolectando pruebas desde el mismo momento que se lo llevaron a mi papá.” Tienen pruebas del 20 de febrero de 1977, cuatro días después del secuestro, que mantuvieron guardadas en una caja que engordó, se hizo una carpeta grande y ahora es parte de los doce cuerpos del expediente.

Los datos siguen apareciendo. El juicio oral impulsa un proceso que los abogados llaman “etapa de instrucción ampliada”, donde se siguen acumulando pruebas. La semana pasada llegó a manos de Juana un informe de la Policía Federal, descubrieron que en enero de 1977 a Diego le negaron los documentos porque aparecía en una lista de personas que podían llegar a pedir asilo en una embajada. “Esa era una persecución clara, porque quiere decir que no querían que se fuera del país, lo querían matar.”

Se lo llevaron “cuando estaba comprando carne en una carnicería de Escobar, a punta de pistola, de civil y en un auto particular, lo secuestró Patti a él y al secretario –dice Juana–, los llevaron a la Unidad Regional Tigre, de ahí a Campo de Mayo, los metieron en el baúl de un auto, cuatro de la mañana, atados de pies y manos, encapuchados, les hicieron hacer 700 kilómetros al sol el 6 de marzo hasta que a las diez de la noche les dieron una inyección y los tiraron al río. Fernández vivió y antes de irse del país contó todo en un escribano que lo sentó a una máquina de escribir y le hizo escribir este testimonio que tiene 33 páginas y es de un detalle y una prueba impresionante”.

 27/9: COMIENZA JUICIO CONTRA PATTI Y OTROS TRES GENOCIDAS
Mañana lunes 27 a las 8 y 30 hs comenzará el juicio contra los genocidas Luis Abelardo Patti, Santiago Omar Riveros, Benito Reynaldo Bignone y Juan Fernando Meneghini. El Tribunal Oral Federal 1 de San Martín tendrá a su cargo el proceso. Éste será el primer juicio en el que el ex comisario deberá sentarse en el banquillo.
Los cuatro genocidas están imputados por las privaciones ilegales de la libertad de Gastón Gonçalves, Diego Muñiz Barreto, Juan José Fernández, Carlos Daniel Souto, Guillermo David y Luis Rodolfo D´Amico, y Osvaldo Tomás Ariosti.
Las audiencias se realizarán los días lunes y jueves en el Auditorio “Hugo del Carril”, ubicado en la localidad bonaerense de José León Suárez.

Justicia YA! actuará como querellante y volverá a exigir que se condene a TODOS los genocidas y a demandar justicia por los 30 mil compañeros detenidos- desaparecidos. Decimos, una vez más, que estos juicios contra unos pocos represores y por un puñado de casos no hacen más que distorsionar la magnitud del exterminio que se perpetró en Argentina.

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